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jueves, 30 de marzo de 2017

Por qué las empresas deben invertir en gestionar su conocimiento

Por: Antonio Moneo del Sector de Conocimiento y Aprendizaje del Banco Interamericano de Desarrollo 
Resulta sorprendente que muchas empresas todavía no inviertan en la gestión de su conocimiento. Desde hace décadas hemos oído hablar de la importancia del know how (experiencia) de las empresas y, sin embargo, no podemos afirmar que la gestión del conocimiento sea una práctica generalizada.
A todos nos sorprendería que una empresa no tuviera claros procesos de gestión de recursos financieros, porque estos constituyen activos fundamentales. Pero la experiencia de tantas empresas fallidas en Silicon Valley demuestra que los recursos financieros no son suficientes. Las empresas exitosas necesitan conocimiento y capacidad para responder a los desafíos cambiantes de su entorno. Visto así, el conocimiento es un activo fundamental que toda empresa necesita para ser sostenible.
Pero ¿cómo se puede gestionar un activo intangible? En este artículo explicamos la cadena de valor para transformar el conocimiento en un activo tangible y medible:


1
Capturar el conocimiento tácito y explícito de una organización

El conocimiento de una organización puede ser explícito o tácito. Tradicionalmente, identificamos el conocimiento explícito con publicaciones estructuradas, y el tácito con la experiencia de los empleados que no está reflejada en papel. El conocimiento explícito es relativamente fácil de medir porque se puede calcular el número de publicaciones, el número de descargas y el número de citas que esa publicación ha generado. Este es el modelo tradicional en el ámbito académico.
A veces, la experiencia de los empleados se puede encontrar en documentos de trabajo que normalmente no son públicos, pero por lo general no está sistematizada en un solo documento. Para resolver este problema, la gestión de conocimiento interviene para capturar y sistematizar las lecciones aprendidas de cada proyecto, en la manera que explica este artículo.

2
 Hacer el conocimiento accesible, comparable e interoperable

Una vez transformado en productos tangibles como documentos, bases de datos, presentaciones y otros formatos informáticos especializados, el conocimiento debe reunirse en un solo lugar y clasificarse para que sea encontrable y reutilizable.
En las organizaciones grandes y descentralizadas, es frecuente la duplicación de esfuerzos para la generación de conocimiento. Para resolver este problema, el conocimiento debe ordenarse y abrirse a través de, por ejemplo, portales de publicaciones o de datos abiertos, como explica este artículo.

3
 Transformar el conocimiento operativo para capacitar a los empleados

Las organizaciones invierten una cantidad significativa en capacitar a sus empleados y a sus contrapartes. En muchas ocasiones, la complejidad de los desafíos a los que se enfrentan requieren un conocimiento especializado que les permita diseñar un proyecto novedoso y con alto potencial de impacto, pero en muchos otros casos los equipos necesitan adquirir un conocimiento sobre el funcionamiento del sector o de la organización que no siempre está en manos de universidades o centros de formación.
Cuando el conocimiento está documentado y es accesible, las organizaciones pueden recurrir a sus propios recursos para generar sus propios materiales de formación y/o de consulta. Se puede resolver este desafío creando cursos diseñados sobre las necesidades específicas de su audiencia, como muestra el portal de cursos abiertos del BID.

4
 Apoyar la innovación en las operaciones

El conocimiento es un activo dinámico que cambia y aumenta de manera continua. “Conocer un problema” significa entender los factores críticos de éxito y las fallas de un sector, o sea, las oportunidades de negocio. La conclusión de un proceso de aprendizaje debe conducir necesariamente al primer paso de este proceso para profundizar en áreas innovadoras o que requieran un conocimiento todavía más especializado.
Cuando la adquisición de conocimiento se vincula con las operaciones, es posible medir el impacto de la inversión original en conocimiento. Para resolver este desafío se pueden desarrollar metodologías específicas para innovar en el diseño de las operaciones, como explica este artículo.

El conocimiento es un activo que debe gestionarse con el mismo cuidado que los recursos financieros. Es más, no gestionar el conocimiento de una organización implica perder oportunidades de creación de valor.

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